Por Aniela GA (catedrática universitaria, experta en innovación, sustentabilidad, marketing y cultura emprendedora).
Esta es la frase que Rodrigo, un gran amigo y en su momento jefe, me enseñó mientras trabajaba en una empresa dedicada a las telecomunicaciones hace muchísimos años. La aprendí con sangre, y siempre voy a agradecer este aprendizaje.
Asumir parece ser la habilidad blanda más desarrollada por los trabajadores, al menos en lo que me ha tocado ver. Y es precisamente la peor de todas.
Si asumir fuera un premio, estoy segura que muchos habrían ya ganado como diez veces el trofeo. Y es que es fácil, hace uso de la ligereza con la que el cerebro elige tomar decisiones, mientras que confirmar requiere de visión más allá de la evidente. Para confirmar hay que preguntarse: ¿ya sabía ella que cambiaríamos el formato?, ¿Le confirmaron al maestro que cambiaron el nombre de su conferencia?
Se sabe que una de las habilidades solicitadas por los empleadores a los egresados es la habilidad para tomar decisiones. Asumir no es una manera de ejercer esta competencia. De hecho, termina acabando reputaciones profesionales.
La verdad es que es hasta incorrecto tomar decisiones sin haber sido confirmadas. Pero ¿por qué lo hacen?, ¿quién les dijo que decidieran sin preguntar? No lo sé. Lo que sí se es que cuando no estás entrenado para ser parte de un equipo de alto impacto, estas cosas van a pasar. Y entonces es cuando te acuerdas de lo estupendamente relevante que es forjar el espíritu de la empatía, la consideración y el juego de equipo.
Hoy me pasó algo muy particular. Resulta que habíamos enviado un guión para un comercial y bueno, todo ya estaba listo: la grabación, la modelo, la locación. Cuando terminaron, me mandaron el proyecto y resulta que no hicieron lo que el script decía. Y para las personas que no han desarrollado el poder de la confirmación, es como algo que no tiene relevancia, pero cuando tienes tanto años dedicándote a esto y teniendo una mentalidad confirmadora (pues sí, el servicio al cliente es mi pasión, lo admito), sabes que una palabra mal dicha te puede llevar al fracaso y a que no tenga el impacto que esperas.
¿Te imaginas que fuera el comercial de tú emprendimiento que previamente ya habías validado, y confiaste en alguien para que te hiciera realidad tu sueño y te entregara otra cosa solo porque creyó que a ti te gustaría? En el emprendimiento no siempre tenemos mucho dinero para empezar, pero eso sí, ideas que desbordan la cartera. Por eso, necesitamos asegurarnos que esa única bala con la que vamos a pegarle creativa y emocionalmente a nuestro nicho de mercado (en otra entrega les platico por qué nicho y no segmento) sea cosida a mano, a la medida, sin errores pues.
El costo de asumir en esta ocasión significó reprocesar, mover nuevamente recursos humanos, de tiempo y dinero para volver a hacer el comercial, nuevamente grabarlo, editarlo y compartirlo.
Si tan solo supieran lo que en una empresa significa un reproceso. Ahora, pensemos que tú crees y sientes que puedes proponer algo mejor de lo que te asignaron hacer. Siempre y cuando valides y confirmes que a la persona, jefe, interesado, similar o conexo, acepta, entonces sí, procedes a su cambio. Antes, no.
Confirma todo. No importa si tú eres el jefe, no importa si colaboras, no importa si es una decisión pequeña, no importa si solo es por el color de pluma para firmar. Confirmar te ahorra tiempo y mucho dinero.
Así la vida.
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